Salud Mental 2015;
ISSN: 0185-3325
DOI: 10.17711/SM.0185-3325.2015.003
Recibido: 14 de febrero de 2014. Aceptado: 6 de junio de 2014.
La coerción sexual asociada con los mitos de violación y las actitudes sexuales en estudiantes universitarios
Gabriela Saldívar Hernández 1 , Alberto Jiménez Tapia 1 , Reyna Gutiérrez Reynaga 1 , Martha Romero Mendoza 1
1 Dirección de investigaciones Epidemiológicas y Psicosociales, Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz.
Correspondencia: Mtro. Alberto Jiménez Tapia, Dirección de Investigaciones Epidemiológicas y Psicosociales, Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, Calz. México-Xochimilco 101, San Lorenzo Huipulco, Tlalpan, 14370, México, DF. Tel: 4160 - 5179. E-mail: alberj@imp.edu.mx
Abstract
Sexual violence occurs when an individual obtains sexual interaction through coercion, intimidation, blackmail, lesions or threats of physical harm. It ranges from slight approaches to rape, and involves some kind of persuasion to obtaining unwanted sexual interactions; it happens more often in dating relationships. The aim of this paper is to measure the association of sexual attitudes and the acceptance of rape myths with sexual coercion in a sample of college students, and compare these variables by sex and age. The sample was non-probabilistic and included 630 students (51% had experiences of sexual coercion); 71% of men reported practicing sexual coercion. Women who practiced sexual coercion had a less traditional sexual attitude than men (F= 21.413, p<.001), and women who faced sexual coercion had a more permissive attitude in sexual interactions (F=37.432, p<.001). Men who faced sexual coercion blamed rape victims more than women (F=10.603, p=.001). Younger men also blamed rape victims more than the older ones (F=9.841, p=.002). When women use sexual coercion it seems to have a paradoxical implication regarding their gender role. It also appears to be a problem for negotiating safe sexual encounters; women who reported more sexual permissiveness seem to participate more frequently in unplanned sexual interactions and they may be more vulnerable to coercion. It is necessary to modify beliefs about abusive sexual behaviors being normal in dating relationships.
Key words: Sexual violence, sexual coercion, rape myths, sexual attitudes, young.
Resumen
La violencia sexual es el logro de actos sexuales mediante coerción, intimidación, chantaje, lesiones o amenazas de daño físico y varía desde acercamientos hasta la violación. Involucra algún tipo de persuasión para que se den intercambios sexuales no consensuados y acontece con mayor frecuencia en relaciones de cortejo, noviazgo o románticas. El objetivo de este trabajo es medir la asociación entre las actitudes sexuales y la aceptación de los mitos de violación con la coerción sexual en una muestra de jóvenes universitarios y hacer una comparación por sexo y grupos de edad. La muestra del estudio fue no aleatoria e incluyó a 630 estudiantes universitarios. El 51% de la muestra reportó experiencias de coerción sexual; los hombres la ejercieron casi tres veces más (71.1%) que las mujeres (28.9%). Las mujeres que ejercieron coerción reportaron una actitud sexual menos tradicional que los hombres (F= 21.413, p<.001) y las que la sufrieron aceptaron más la permisividad (F=37.432, p<.001). Los hombres que sufrieron coerción culpabilizaron más a las víctimas de violación que las mujeres (F=10.603, p=.001); esto mismo se observó en el grupo de 17-20 años de edad (F=9.841, p=.002). El ejercicio de coerción por parte de las mujeres tiene un carácter paradójico en cuanto al rol de género. En los sujetos existe una dificultad para negociar un encuentro sexual seguro o consensuado; las mujeres que reportaron mayor permisibilidad sexual mostraron una mayor propensión a involucrarse en relaciones sexuales no planificadas y ser más vulnerables a la coerción. Es importante hacer esfuerzos para erradicar las creencias que sostienen que los comportamientos sexuales abusivos en las relaciones erótico-afectivas son normales o naturales.
Palabras clave: Violencia sexual, coerción sexual, mitos de violación, actitudes sexuales, jóvenes.
Antecedentes
La violencia es un problema grave de derechos humanos y de salud pública que afecta a todos los sectores de la población.1 Tiene diferentes manifestaciones,2,3 pero la sexual es una de las más preocupantes y discutidas;1,3 consiste en la consecución de actos sexuales mediante la coerción, la intimidación, el chantaje, las lesiones o las amenazas de daño físico. Los actos varían desde acercamientos no deseados hasta la violación; es decir, forman parte de un continuo de conductas que pueden afectar la salud mental de la víctima.1,3
Algunos estudios encuentran que los individuos asocian la violencia sexual con la violación.4,5,6 Sin embargo, puede ser sutil e involucrar algún tipo de persuasión para que se den intercambios sexuales no consensuados y acontece con mayor frecuencia en el contexto de las relaciones románticas, de cortejo o noviazgo.4 Esto se conoce como coerción sexual en las citas románticas y se refiere a cualquier tipo de imposición física o emocional que una persona utiliza para conseguir encuentros sexuales.7 La frecuencia con que ocurre oscila entre 14% para hombres y 60% para mujeres y suelen ejercerla los primeros,8 aunque también son susceptibles de ser víctimas,9 sobre todo en la población de adolescentes y adultos jóvenes. Algunos estudios han estimado que hasta 50% de las mujeres y 39% de los hombres jóvenes han sufrido diferentes formas de coerción10 y que entre 25% y 60% de los adolescentes la han experimentado en el noviazgo.11,12
La coerción sexual en el noviazgo o en citas románticas se ha investigado poco en Latinoamérica, quizá porque incluye el uso de prácticas que se han naturalizado, como la prueba de amor o la amenaza de terminar la relación si el encuentro sexual no ocurre.4,13 Esto puede forzar el inicio de la vida sexual y elevar el riesgo de embarazos no deseados o de contraer algún tipo de enfermedad de transmisión sexual o VIH en la población joven.13,14
El estudio de las formas en que los jóvenes negocian sus encuentros sexuales permite un mejor acercamiento a la naturaleza y significado de la coerción y de los factores que se asocian,15 como los mitos de violación y las actitudes sexuales.
Los mitos de violación son prejuicios, estereotipos o falsas creencias sobre la violación, las víctimas o los violadores.16 Se utilizan para negar o justificar la agresión sexual del hombre hacia la mujer;17,18 reflejan posiciones, valores o sentimientos ante el evento y aseguran la reproducción de los roles de género estereotipados, así como las construcciones sobre las mujeres y lo femenino.19 Contribuyen al miedo de éstas a sufrir un ataque sexual, así como a la forma en que definen, resisten, enfrentan y sobreviven al evento cuando ocurre, además de que pueden llegar a convencer a las víctimas de ser responsables del hecho16 e influir en las respuestas que las instituciones les ofrecen.3,20
Las actitudes involucran preferencias hacia una conducta sexual determinada y están condicionadas por valores personales. Se construyen con opiniones o creencias, sentimientos y conductas que tienen su origen en la experiencia sexual previa.21,22,23 Se clasifican como conservadoras (visión estática y moralista de la sexualidad) y liberales (visión que se fundamenta en el placer y con otras posibilidades diferentes a la procreación).21,23 Suelen asociarse con el rol de género, ya que una conducta se valora diferente en función de que la realice un hombre o una mujer.23 En los jóvenes se ha observado que las actitudes sexuales más permisivas se asocian con mayor experiencia sexual, con vivencias más positivas de la misma y con menor afectividad.24
El problema de la coerción puede tener consecuencias graves para la salud sexual de los jóvenes, además de que puede promover el aprendizaje de formas de relación en las que exista violencia.25,26 La aceptación de los mitos de violación y las actitudes sexuales se han estudiado poco en México. El objetivo de este trabajo es medir la asociación entre estas variables y la coerción sexual en una muestra de jóvenes universitarios que la han experimentado o la han ejercido en sus relaciones de pareja; así como hacer una comparación por sexo y grupos de edad.
Método
Participantes
La muestra fue no aleatoria e incluyó a 630 estudiantes universitarios; se formó una submuestra con quienes reportaron haber ejercido o experimentado coerción sexual (n = 321) y se dividió en dos grupos de edad (17-20 y 21-29 años). La media de edad para ambos grupos fue de 22 años (DE = 2.8 y DE = 2.9). El criterio de inclusión fue haber tenido novio(a) o alguna otra relación de pareja alguna vez en la vida.
Instrumentos
Sexual Experiencies Survey (SES).27 Se utilizó la SES para medir la coerción sexual en quien la ha ejercido (SES-EJE) y en quien la ha experimentado (SES-EXP); es una versión traducida y adaptada para la población estudiantil.6,28 La escala integra reactivos con cuatro opciones de respuestas (nunca=0, a más de 4 veces=3) que, de manera similar, indagan la ejecución (siete ítems) y/o experimentación (siete ítems) de comportamientos tales como forzar cualquier tipo de tocamiento, intento de relación sexual y la relación sexual consumada. La investigación documenta índices de confiabilidad que fluctúan entre .73 y .85 para la SES-EJER y entre .75 y .90 para la SES-EXP.6,29
Escala de Aceptación de Mitos de Violación (AMV). La escala se diseñó para evaluar la adherencia a los mitos de violación. Se formó con 12 reactivos adaptados,30,31 los cuales se presentan en un formato tipo likert con tres opciones de respuesta; explora el grado de conformidad hacia los mitos (1 = en acuerdo, 2 = indiferente, 3 = en desacuerdo). Con la escala se generaron dos dimensiones: culpa de las víctimas e invulnerabilidad del hombre ante la violación. En México, la AMV se ha aplicado en estudiantes y jóvenes de población abierta, hallándose coeficientes de confiabilidad que fluctúan entre .80 y .84.32
Escala de Actitudes Sexuales (EAS).33 La EAS se utilizó para evaluar la postura del individuo hacia las conductas sexuales. Consta de 14 reactivos dispuestos en un formato tipo likert que exploran la visión conservadora versus la liberal, con tres opciones de respuesta (1=en acuerdo, 2=indiferente, 3=en desacuerdo). Con esta escala se generaron dos dimensiones: permisividad sexual y sexo por mutuo acuerdo. Para la EAS la investigación ha reportado índices de confiabilidad que fluctúan entre .76 y .82.33
Procedimiento. Los datos se recolectaron en instalaciones universitarias en los turnos matutino y vespertino. Se obtuvo la autorización de las autoridades y se informó a los estudiantes acerca del estudio. Después de explicar el objetivo y garantizar el anonimato de la participación, se les pidió que contestaran el cuestionario. La aplicación se realizó de manera grupal con una duración aproximada de 45 minutos.
Análisis estadísticos
Se hicieron análisis de varianza para conocer los efectos del sexo y los grupos de edad, así como la interacción de ambos, sobre quienes ejercieron y sobre quienes experimentaron coerción sexual.
Resultados
De los estudiantes entrevistados (N = 630), poco más de la mitad (51%) experimentaron alguna situación de coerción sexual; 27.5% (n = 173) aceptó haberla ejercido hacia su pareja, mientras que 23.5% (n=148) señaló haberla sufrido en algún momento de su vida.
En el grupo de quienes ejercieron coerción hubo diferencias significativas por sexo (t = 37.29, gl = 172, p < .001); los hombres reportaron haberla ejercido casi tres veces más (71.1%) que las mujeres (28.9%) (cuadro 1). En el grupo de quienes sufrieron coerción en algún momento de su vida también hubo diferencias significativas por sexo (t = 37.68, gl = 147, p < .001); las mujeres (54.7%) la reportaron más que los hombres (45.3%) (cuadro 2). La comparación por edad no mostró diferencias significativas en ninguno de los grupos.
Grupo 1. Sujetos que ejercieron coerción
En la Escala de actitudes hacia la sexualidad (EAS), el sexo mostró un efecto significativo sobre la permisividad sexual y sobre el sexo por mutuo acuerdo. Las mujeres ( = 2.66) reportaron una actitud sexual significativamente menos tradicional que los hombres ( = 2.16) (F=21.413, p<.001). Asimismo, éstas ( = 1.87) aceptaron significativamente más la práctica del sexo por mutuo acuerdo que los hombres ( = 1.58) (F= 5.635, p=.019) (cuadro 3).
Grupo 2. Sujetos que sufrieron coerción
En la Escala de aceptación de los mitos de violación (AMV), el sexo mostró un efecto significativo sobre la culpabilidad de las víctimas; los hombres ( = 18.56) aceptan significativamente más culpar a las víctimas que las mujeres ( = 16.34) (F=10.603, p=.001). Asimismo, en la EAS el efecto significativo se obtuvo sobre la permisividad sexual; las mujeres ( = 2.72) aceptaron significativamente más la permisividad (F=37.432, p<.001) que los hombres ( = 2.14) (cuadro 4).
La edad tuvo un efecto significativo en la AMV sobre la culpabilidad de las víctimas; los sujetos del grupo de edad de 17-20 años ( = 18.53) aceptaron significativamente más la culpabilidad de las víctimas que los del grupo de 21-29 años ( = 16.40) (F=9.841, p=.002).
Discusión
Los hallazgos de este estudio generaron información con respecto al efecto que las actitudes sexuales y los mitos de violación tienen sobre la experiencia de ejercer o recibir presión para tener un encuentro sexual en el contexto de las citas románticas. Consistente con lo reportado en otros trabajos,8,9,10,11,12,32 los resultados mostraron que los hombres ejercieron más coerción (71%) para realizar actividades sexuales no consensuadas que las mujeres (55%). Se observaron asociaciones significativas en el grupo de quienes han ejercido coerción en la EAS; las mujeres tienen una mayor permisividad sexual y una actitud más abierta a los encuentros sexuales por mutuo acuerdo.
El ejercicio de coerción por parte de las mujeres, al menos en este estudio, parece tener un carácter paradójico en cuanto a la actuación de un rol de género claramente femenino, ya que algunas parecen variar entre la dominación (coerción) y la consideración de las necesidades del otro (actividad sexual por mutuo acuerdo); es decir, quizá en este grupo de mujeres exista una tendencia a presentar un estilo que les permita combinar los roles de género; ciertas características masculinas (agresividad, búsqueda de dominio, virilidad y poder sexual) y femeninas (sumisión, afectos, tolerancia, cuidado de los otros y abnegación).34
En cuanto al efecto de la permisividad sexual, es complejo desarrollar una explicación clara de tal actitud ya que se presentó en las mujeres que han ejercido o han sufrido coerción. Sin embargo, es posible plantear la existencia de diferencias en la dificultad para negociar un encuentro sexual seguro o consensuado en ambos casos.35 La investigación sugiere que las actitudes sexuales más permisivas se asocian con mayor experiencia sexual;24 lo que supone cierta capacidad para rechazar situaciones no deseadas o que no sean de mutuo acuerdo y, por lo tanto, el empleo de conductas de autoprotección. Por el contrario, cuando una relación sexual es impuesta (o sucede por primera vez), los comportamientos sexuales de riesgo aumentan (incluyendo la actividad con múltiples parejas sin utilizar ningún tipo de anticonceptivo).35,36 Entonces, es posible que algunas de las mujeres que aceptaron la permisibilidad sexual pudieran tener mayor propensión a involucrarse en relaciones sexuales no planificadas y ser más vulnerables a la coerción debido a que no han adquirido la habilidad de negociar un encuentro sexual o demostrar un claro rechazo al evento sexual.
Asimismo, un porcentaje importante de hombres aceptaron haber experimentado coerción (43%), lo que coincide con otros trabajos en el sentido de que el fenómeno afecta a personas de ambos sexos.9 Sin embargo, llama la atención que este grupo, en especial los de menor edad (17-20 años), obtuvieran las puntuaciones más altas en la escala AMV en la dimensión de culpabilidad de las víctimas. Los resultados sugieren que se inclinaron a justificar expresiones tales como “la violación en las mujeres ocurre porque se descuidan, se ponen en riesgo o ellas mismas provocan el deseo sexual en los hombres”. De cualquier forma, el mensaje es que las mujeres reciben el castigo que se merecen por su comportamiento.37 Por lo tanto, las creencias y prácticas de muchos de ellos posiblemente se ajustan con el estereotipo del macho dominante que define al sexo masculino como intrínsecamente violento, demandante del privilegio y poder sobre las mujeres.38 Las atribuciones sexuales de género rígidas o machistas suelen traducirse en prácticas de seducción y de imposición hacia las mujeres,39 sin embargo, para los varones más jóvenes de este estudio es posible que su puesta en marcha haya resultado problemática.
Las atribuciones machistas pueden obedecer a diversos factores, por ejemplo, al hecho de que las características conservadoras del rol sexual masculino hagan más difícil aceptar el acercamiento activo de una mujer para tener una relación sexual.37 También se puede considerar el grado de conflicto intrínseco al aceptar actividades sexuales no deseadas para probar precisamente el estereotipo de hombre macho y no ser calificado homosexual. Los datos muestran la necesidad de mayor investigación con respecto a la manera en que los hombres más jóvenes entienden y viven la coerción sexual en los contextos de “ligues” o noviazgos.
La investigación en México ha mostrado que los hombres y mujeres no identifican las conductas coercitivas durante el noviazgo y que las cubren con un discurso de amor o con uno de normas sociales.6 Entonces, es importante hacer esfuerzos para erradicar las creencias que sostienen que los comportamientos sexuales abusivos en el contexto de una relación erótica y/o afectiva son normales o naturales; el carácter encubierto de la violencia en la pareja se debe a que tradicionalmente se le ha considerado como algo privado.1 La ausencia de educación sobre causas y consecuencias de la coerción sexual, así como de los actos violentos que la caracterizan, ha dejado un amplio margen a su interpretación subjetiva, la cual suele relacionarse sólo con la violación.4,5,6
Las estrategias de prevención necesitan centrarse en una educación sexual que contemple la perspectiva de género, la comunicación y el desarrollo de habilidades para negociar un encuentro sexual, además de enfatizar la noción de los derechos de las personas de cualquier sexo y edad, así como la creación de programas integrados en la escuela, la sociedad y la comunidad. Es necesario seguir estudiando el término de coerción sexual en población latinoamericana ya que parece que aún no se entiende el concepto ni se toman en cuenta las conductas que lo incluyen en poblaciones de jóvenes y adolescentes.
Financiamiento
No aplica.
Declaración de conflicto de intereses
Los autores declararon no tener conflicto de intereses.
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