Salud Mental

Toma de perspectiva y teoría de la mente: aspectos conceptuales y empíricos. Una propuesta complementaria y pragmática

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María Jesús Martín García
Inmaculada Gómez-Becerra
Mapy Chávez-Brown
Douglas Greer

Resumen

El presente trabajo recoge una minuciosa revisión de la delimitación de la capacidad para tomar perspectiva desde diferentes prismas. En primer lugar, tomar perspectiva se define como la habilidad que posee un individuo para interpretar los estados mentales y emocionales propios y ajenos. Además, el término se utiliza en el ámbito clínico para referirse a la estrategia de saber parar ciertos pensamientos y sentimientos, que suponen barreras, y redirigirlos. A la vez, tomar perspectiva se considera la base de otros fenómenos psicológicos como la empatía, la capacidad de distinguir lo que un individuo conoce de sí (autoconocimiento), las relaciones interpersonales y otros déficits en las aptitudes sociales. En segundo lugar, esta habilidad se considera metacognitiva y se asume como el objeto de estudio de la teoría de la mente. En tercer lugar, desde la perspectiva del desarrollo, los datos muestran que los niños, sin trastornos psicológicos, muestran esta capacidad para tomar perspectiva entre los 4 y 5 años. En esta línea, se repasan diferentes estudios relativos a la evolución de las aptitudes de expresión e interpretación de las emociones como precursoras de la toma de perspectiva. A continuación, se revisan y analizan críticamente las pruebas o estrategias más usuales para evaluar dicha capacidad para tomar perspectiva. En concreto, las pruebas de falsas creencias (como la prueba clásica de Sally-Anne, la prueba de los “smarties”, “M&M”, la prueba de Maxi) y múltiples variaciones de los mismos (con láminas, fotografías, historias orales que caracterizan ciertas emociones y se usan como juego). Además, en los últimos años las investigaciones se están centrando en elaborar y validar instrumentos que midan la empatía. Cabe señalar que estos esfuerzos se están centrando en niños con síndrome de Asperger o autismos con alto nivel verbal. Igualmente, con una visión analítica, se recogen las diferentes explicaciones de la génesis y evolución de la toma de perspectiva, en que ocupa un lugar predominante la perspectiva de la teoría de la mente. Así, la capacidad para interpretar los estados mentales y emocionales propios y ajenos se ha explicado por medio del desarrollo, o la maduración, de un módulo innato y especializado de representación mental, y la formación de estructuras conceptuales de orden superior. Además, la capacidad para hacer caso omiso de la información perceptual, sobresaliente o no, y combinar varios contextos se consideran como pre-requisitos. Por otro lado, se ha hipotetizado que a la teoría de la mente subyace la atención independiente y diferencial. En otros casos, el desarrollo de la teoría de la mente ha sido ubicada en términos de la función ejecutiva y su posible relación con lesiones cerebrales. Sin embargo, otros autores consideran que el proceso de coherencia central puede ser relativamente independiente de esta capacidad. En los últimos años, las investigaciones desde la perspectiva de la teoría de la mente se centran en identificar déficits neurológicos (como lesiones bilaterales o el papel que cumple la testosterona) en la calidad de las interacciones sociales y el restringido interés en lo social de los niños con autismo, así como las diferencias entre sexos. Siguiendo con los fundamentos neurológicos de la empatía, resultan de plena actualidad los hallazgos respecto a un área específica del cerebro (de los primates) encargada de la formación de metarrepresentaciones y la existencia de unas denominadas “neuronas espejo”. Asimismo, hay otras fuentes que apuntan el papel social de la toma de perspectiva. Tanto desde la teoría de la mente como desde otras alternativas, se expone la evidencia empírica que señala la diferencia de los niños autistas con otros cuando se trata de la capacidad para tomar perspectiva. Aunque en este punto se presentan datos controvertidos y ambiguos, y los propios autores muestran datos de una investigación en que se relativizan y analizan los pre-requisitos de los déficits que presentan los niños autistas en la toma de perspectiva. Por último, se propone un análisis complementario y eminentemente aplicado de la teoría de la mente fundamentado en el análisis funcional-contextual del comportamiento.
Palabras clave:
toma de perspectiva, teoría de la mente, conceptos, evidencias, etiología, propuesta funcional-contextual