Fenomenología de la corporalidad en la depresión delirante
##plugins.themes.bootstrap3.article.main##
Resumen
En los actuales sistemas de clasificación y diagnóstico, como el DSM IV y el ICD 10, se le da poca importancia a esa evidente transformación de la corporalidad que observamos en nuestros pacientes depresivos. Así, el DSM IV hace una referencia al cuerpo en sólo dos de los nueve criterios diagnósticos. Distinto es el caso de los autores clásicos, como Kraepelin, Bleuler o Schneider, quienes consideraron el cambio de la corporalidad como uno de los fenómenos fundamentales de la enfermedad depresiva. En 1968 Pfeiffer comparó la sintomatología depresiva de pacientes de Alemania e Indonesia, llegando a la conclusión de que el "síndrome depresivo fundamental" estaba constituido sólo por tres fenómenos: el compromiso del ánimo, la alteración de las funciones vegetativas y "sensaciones corporales anormales". Un resultado similar lo obtuvimos nosotros (1971) en un estudio empírico-fenomenológico realizado en la Universidad de Concepción: el "síndrome depresivo nuclear" estaba constituido también por tres fenómenos, aunque levemente diferentes: una alteración de la experiencia del cuerpo, que abarcaba desde el decaimiento hasta la angustia, pasando por la anergia, los dolores, el frío, las náuseas, etc.; una alteración de la capacidad de actuar y de sentir (inhibición, anhedonia) y la perturbación de la temporalidad del cuerpo, cuyos ritmos están siempre en alguna medida alterados, invertidos o suspendidos. En 1983 Peter Berner y cols. describieron el "síndrome axial depresivo endomorfo", constituido por dos fenómenos fundamentales: la alteración de la experiencia del cuerpo y la de los ritmos biológicos, vale decir, rasgos muy similares a los descritos por nosotros en 1971. En 1980 publicamos con Tellenbach los resultados de un análisis fenomenológico de la corporalidad en el estupor depresivo. Hoy queremos complementar aquel estudio con el análisis de la corporalidad en una forma de depresión en cierto modo polar con respecto al estupor: la depresión delirante con delirio nihilista. Con este objeto, describimos un caso típico, cuya sintomatología gira en torno a la idea de estar muerto, v. gr.: "Lo que pasa conmigo es que tengo todo muerto, digamos que estoy muerta... No tengo tacto, ni olfato, ni gusto... Mi cuerpo es tan liviano como si no existiera... Cuando tomo a mis hijos en los brazos no los siento..., etc." El análisis lo centramos en dos dimensiones: la relación con el propio cuerpo y la relación con el mundo y con los otros. Con respecto al primer punto, las experiencias fundamentales de nuestra paciente son: que no siente el cuerpo y que éste ha perdido su peso; ambas cosas las identifica ella con la muerte. Este fenómeno se puede comprender a partir del hecho de que somos una conciencia encarnada. Husserl (1913) afirma: "El percibir, considerado como mera forma de conciencia y prescindiendo del cuerpo y de los órganos corporales, se presenta como algo carente de toda esencia, como el vacío mirar de un yo vacío al objeto mismo que se toca misteriosamente con éste" (§ 39). Y más adelante expresa que "sólo por su relación empírica con el cuerpo se convierte la conciencia en humana o animal y sólo por este medio ocupa un lugar en el espacio y en el tiempo de la naturaleza". Es el cuerpo, la carne, su materialidad misma lo que impide que la conciencia flote en el aire, vacía de todo contenido. La experiencia de nuestra paciente de sentirse muerta viene a ser la demostración del vínculo indisoluble entre conciencia y cuerpo, porque no se puede pensar ni tampoco sentir desde ninguna parte, sin ese cuerpo que pesa y tiene necesidades y se cansa y duerme. Con respecto al segundo punto, nuestra paciente afirma no sentir a sus hijos cuando los toma en sus brazos, carecer de órganos de los sentidos y tener la sensación de que las palabras de los otros no le llegan, "no entran en su cabeza". Para comprender este fenómeno, recurramos otra vez a Husserl (Ideas I, § 53): "Debemos recordar que sólo a través de la experiencia de un vínculo entre la conciencia y el cuerpo vivido hacia una unidad empírico-intuitiva, es posible algo así como una comprensión recíproca entre los seres animales que pertenecen a un mismo mundo". Vale decir, que es desde el cuerpo desde donde se produce la apertura a la intersubjetividad. Es a partir de mi cuerpo que voy a poder constituir el mundo que me rodea, a través del cual se espacializan los demás cuerpos. Desde el punto de vista fenomenológico, la tierra está en el centro del mundo y en el centro del centro está mi cuerpo como punto cero. Pero a su vez es desde la percepción del otro que yo puedo tomar conciencia de mi cuerpo, de manera que al no sentir al otro, no cabe sino que mi cuerpo se me presente como muerto. Al dejar de ser propiamente un sujeto carnal, el Yo, ese sujeto que emerge desde la experiencia primordial del "hay", del "il y a" de Lévinas, se disuelve, puesto que él sólo puede existir como encarnado.
Palabras clave:
depresión, delirio nihilista, corporalidad, fenomenología en el sentido de Husserl